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Celedonio García

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La bruja de Velilla de Ebro

La bruja de Velilla de Ebro

Panorámica de Velilla de Ebro (Foto: C. García)

Desde hace siglos el nombre de Velilla se extendió por todas partes asociado a la famosa leyenda de la campana del milagro, que llegó flotando sobre las aguas del Ebro, se colocó en la ermita de San Nicolás Bari y sonaba sola cuando sucedían acontecimientos importantes. Allí mismo, junto al santuario, se halla el importante yacimiento arqueológico de la colonia de “Celsa”, fundada en el año 44 a. C.

La leyenda y los restos arqueológicos revisten este lugar de misterio, realzado con poderes prodigiosos y sobrenaturales que se atribuyen a la campana. Se decía que cuando la campana tocaba por sí sola, nadie podía aproximarse a ella; un osado canónigo lo intentó y recibió una sacudida tan fuerte que durante mucho tiempo fue curado de la mano y del brazo con el que lo intentó.

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El andarín Garras Largas

Carrera pedestre de Codo

Aragón ha sido tierra de andarines y así queda reflejado en las numerosas historias sobre estos personajes que han alcanzado la meta de la fama. Los textos literarios también abundan. Varios cuentos y novelas de escritores costumbristas reflejan el ambiente festivo de las carreras pedestres o corridas de pollos: Cosme Blasco Val (“Las fiestas de mi lugar”), Ricardo del Arco (“Tierras de maldición”, 1925), Miguel Allué Salvador (“La mejor carrera”, 1927), Luis López Allué (“La corrida de pollos”), etcétera.

 
.Hace poco tiempo recogíamos las aventuras de “Royico de Fuentes”, según un artículo de R. Mainar Lahuerta publicado en 1899 con el título: “La buena fama de andarín”.
Volvemos con una nueva historia literaria de la mano de Francisco Aznar Navarro, historiador y periodista zaragozano (1878-1927). Francisco Aznar se inició en el periodismo en el Diario de Zaragoza y en Heraldo de Aragón; luego marchó a Madrid y se incorporó a la redacción de La Correspondencia de España. También ocupó la jefatura de la redacción del diario madrileño Informaciones, que abandonó para fundar el ovetense Región. Al poco tiempo volvió a Zaragoza para dar vida a La Voz de Aragón en colaboración con Sánchez Roca (1925).
En 1920, Francisco Aznar publicó en La Correspondencia de España un relato o cuento titulado “Manolico Pincharranas”. La acción discurre en Calzadilla de la Sementera, un pueblo (imaginario) de Aragón, con dos protagonistas: Manolico “Picharranas”, «un mozo que se ha dedicao a ochenta cosas, cree que sirve para todo lo de este mundo y no sirve para nada de provecho», y “Garras Largas”, un andarín que surge en el capítulo V del relato. A continuación lo transcribimos.
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La corrida de las eras..

Pedro Sierra, de La Puebla de Híjar, corriendo en una era

.Aquella tarde, por pura casualidad, había espectáculo en el pueblo. Hallábase de paso un andarín famoso en la comarca. Días antes asombró con su resistencia a los pueblos vecinos y no dejaron de llegar a Calzadilla rumores de proezas tales. Por eso cuando «Garras Largas»—este era el apodo del andarín—acudió al alcalde en súplica de que le permitiera ofrecer al vecindario una función pedestre, el tío Cucamonas se apresuró a conceder el permiso, cuanto más que la carrera había de ser absolutamente gratuita, sin que el andarín se reservara más derecho que el de pasar una bandeja, apelando a la voluntad de las buenas gentes, cuando ya la función hubiera terminado. Y bien seguro estaba el tío Cucamonas, porque conocía de sobra a sus administrados, de que a la hora de la bandeja habría en el pueblo más «Garras Largas» que el protagonista del espectáculo.

Cirilo el alguacil, mediante los pregones de rigor, hizo saber bien pronto a los vecinos que a las tres de la tarde se podían congregar en las eras para asistir al festejo.
No andaban en Calzadilla sobrados de distracciones. La que se anunciaba tenía por fuerza que producir sensación en el vecindario».

Así no extrañará que mucho antes de la hora ya dicha, la población en masa se hubiese volcado sobre las eras, ostentando cada hijo de vecino, en punto a indumentaria, lo mejor que pudo extraer del fondo del baúl.

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http://celedoniogarcia.blogspot.com.es/2009/05/el-andarin-garras-largas.html

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Mariano de Gelsa y Petra de Quinto

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El escritor Francisco Gras y Elías, colaborador habitual de la Revista Ibero-Americana de Literatura y Arte, Álbum Salón, publicó en 1898 un relato en el que nos habla de algunas tradiciones de Gelsa y de Quinto: de los juegos típicos de Gelsa o de las fiestas de Quinto; también de la barca y de la ermita de Matamala. Podríamos pensar que se trata de un texto costumbrista; en parte lo es, pero lo que realmente escribe Francisco Gras es una historia de amor entre Mariano, un guapo mozo de Gelsa, y Petra, la santera o sacristana, por ser la hija del ermitaño de Nuestra Señora de Matamala de Quinto.

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Quinto. Foto: C. García
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"Hay en Aragón dos poblaciones rivales, que desde muy antiguo se miran frente a frente. La una se llama Gelsa, y está situada á la izquierda del Ebro, en un país fértil, rico, llano y abundante en árboles frutales, que fue colonia romana en otros días. La otra es Quinto, y está reclinada en la falda de una colina, en la derecha del mencionado río; población por la que aun suspiran los árabes, y perteneció a la muy antigua casa de Tores, una de las más respetadas en el reino de Aragón.
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Estábamos en el caluroso y saludable mes de Julio, y las campanas de Quinto, repicaban desde la hora del alba, festejando a su patrona, a la viejecita Santa Ana, que tantos dones derrama sobre aquella localidad.

Alegre y variado era el programa de la fiesta. Por la mañana, procesión, por la tarde, toretes, y por la noche, saraos. Mariano, el guapo mozo de Gelsa, hizo verdaderas maravillas en la plaza. Parecía un diestro de profesión. Capeó y clavó banderillas a los toretes y cogió por las astas al más bravo, obligándole a ponerse en cuclillas, en medio de la admiración, bravos y palmadas de centenares de espectadores.

Sus paisanos, y otros que no lo eran, lo pasearon en triunfo por la plaza, que en sus ventanas y balcones ostentaba vistosas colgaduras, dejando sólo en descubierto, el busto de las mujeres más guapas, frescas y salerosas de Aragón.

Aquel héroe popular, aquel hijo del campo, alto, fornido, tostado por el sol, a quien nadie le aventajaba en jugar a los bolos, a la barra, a la pelota; pero que nunca se había tratado con toros, pues en Gelsa se labra la tierra con mulos por ser país llano; fue con otros amigos, al dar el toque de ánimas, a un baile de candil. Este tenía lugar, en el grandioso zaguán de la casa de un hacendado. Sus arañas, eran candiles y velones; las sillas, toscos bancos; la orquesta, rondeñas; los instrumentos, guitarras, bandurrias y triángulos; el refresco, agua con azucarillos; los coros, mozos del pueblo, que improvisaban coplas a su manera; y el programa, se reducía a una sola danza... la jota, gloria y orgullo del pueblo aragonés".
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Un tiro de soga especial

Veíamos en un artículo anterior a un hombre en pugna con un mulo, tratando de restar la fuerza del animal. En esta ocasión vemos otro de los grabados que acompañaban el texto de uno de los artículos publicado por R. Mainar Lahuerta en la revista ilustrada Alrededor del Mundo, en 1900, con el epígrafe de “Deportes rústicos naciones”.

En esta forma de practicar el ejercicio de fuerza las artimañas de la habilidad no tienen tanta eficacia, ahora no es un mulo el que tira del hombre. Los tirantes se sustituyen por una cuerda atada al centro de un mango de azadón. La “mácula” o técnica, como decimos ahora, consiste en “saber ceder ligeramente para resistir bruscamente, con lo que se logra dar irregulares intermitencias y violentas sacudidas al esfuerzo de los que tiran, fatigándolos grandemente”.
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La torre de Fuentes de Ebro

Portada del "Programa de Fiestas de San Miguel de 1993"

El 18 de septiembre de 1934 moría, a consecuencia de un fatal accidente en San Lorenzo del Escorial, el popular poeta zaragozano Fernando Soteras "Mefisto". Durante veinticinco años había públicado sus ingeniosas e irónicas "Coplas del día", glosando la actualidad cotidiana, en las columnas del Heraldo de Aragón.
En homenaje a "Mefisto", el Heraldo de Aragón editó un libro con una selección de aquellas poesías de acusado sabor local y regional, que con el transcurso de los años conservan un aroma cuasi permanente.
En una de ellas "Mefisto" también quiso rendir su homenaje a Fuentes de Ebro, a la torre de la iglesia dedicada a San Miguel y a las cigüeñas; la titulaba: "La torre de Fuentes de Ebro". La restauración de la torre aconsejaba retirar los numerosos nidos que la poblaban. El nidal ha desaparecido de la torre, pero el entorno conserva el aroma, las cigüeñas, que ahora pueblan los numerosos postes o torres de tendidos eléctricos que rodean la villa.
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LA TORRE DE FUENTES DE EBRO

Cual presidiendo el paisaje
de la villa aragonesa,
yérguese en su centro el cetro
de la torre de la iglesia.
Y en la tarde quieta, clara,
de azuladas transparencias,
asciende al cielo la torre
recordando su silueta.

Cerca ya del campanario,
como una borla de seda
muestra la torre orgullosa
el nido de la cigüeña,
y la cigüeña en su trono
cual la más altiva reina,
hace su pluma de nieve
donde el sol sus rayos quiebra

El ave de regias galas
–pecho blanco y alas negras–
tiende a las veces su vuelo
por la inmensidad serena,
y es en su volar ingrave,
porque con gracia planea,
lindo avión en el que el hombre
no llegó a imponer su fuerza.

Fuentes de Ebro, la castiza,
la fecunda, la jotera,
parece estar orgullosa
del nidal de su cigüeña.
Y el ave, porque allí vive,
porque tomó de su tierra
porque ha vivido en su campo,
porque ha dormido en su iglesia,
es cuando en lo azul dibuja
con su alas –notas negras–
como una jota que asciende
de la villa aragonesa.

                                                                                      MEFISTO                                                       
                                               (Fernando Soteras)

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El gigante aragonés Fermín Arrudi

Gigante de Sallent y su mujer en un artículo publicado por la revista ilustrada "Mar y tierra" en 1900
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A comienzos de 1900 la revista ilustrada Mar y tierra publicaba en sus páginas un artículo dedicado a Fermín Arrudi, El gigante aragonés, un personaje interesante en aquellos tiempo en que escaseaban los hombres de talla.

Arrudi se estaba exhibiendo en Barcelona, donde llamaba la atención por su friolera estatura de 2 metros y 29 centímetros. Su pie tenía una longitud de 40 centímetros y calzaba el número 58. Su mano medía 30 centímetros y su pecho tenía una circunferencia de metro 35 centímetros. Pesaba sólo 170 kilogramos.

Mar y tierra nos contaba otros aspectos de su biografía:
"Nació en Sallent, cerca de la frontera francesa, provincia de Huesca (Aragón); sus padres tuvieron la estatura común y tiene un hermano de talla ordinaria y una hermana cuatro años menor que él, la cual mide i metro 96 centímetros. Sus padres eran labradores.
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El Tío Santas, de Fuentes de Ebro

TIRO DE BARRA.

Jugando a la barra, Alcañiz, 1903 (Foto: Lucas Escolá)

Celedonio García Rodríguez

En las páginas del Heraldo de Aragón hemos encontrado un artículo, publicado en 1902 con la firma de “Un hijo de Fuentes”, en el que descubrimos a un personaje natural de Fuentes de Ebro, el “Tío Santas”.

Los hechos que vamos a narrar se remontan a 1802, durante el viaje que el rey Carlos IV y su familia realizó desde Madrid a Barcelona, con objeto de esperar y recibir en la ciudad condal a la infanta María Antonia de Nápoles, la que sería primera mujer del príncipe de Asturias. Seis años después, este príncipe subiría al trono español, de manera poco digna, con el nombre de Fernando VII.

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Las carreras de pollos

Las carreras de pollos

 

Paco Hernando (1966) 

ABANTO

Artículo publicado en:

http://abanto.webcindario.com/corridas%20de%20pollos.htm

Rincón cultural   

   Abanto y Pardos han sido lugares en los que se ha seguido la tradición tan aragonesa de realizar carreras de pollos. Los premios consistían en pollos y las tradicionales primas que se ofrecían en los pasos intermedios y que suponían un aliciente añadido para los participantes.

    

   En Pardos se solía correr en una era, delimitando el círculo con fajos de leña y corriendo sobre pajuz. No eran muchos los lugares en los que se seguía este método de carrera. El corredor más afamado fue Cayetano García.

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   En Abanto se corría en un camino. Se solía ir desde San Antonio el molino hasta la Peña de los Pollos que estaba colocada a la altura del corral de Leonardo. Se le denominaba de tal modo al lugar donde se colocaba un voluntario con la horca y los pollos enganchados. Al dar inicio a la carrera salía por delante un caballo y los corredores más avispados trataban de agarrarse a su cola para poder favorecerse. Los corredores más notables fueron José Anquela «el Barbas», Juan Vicente «el Choto», José Ormad, Marcelino Bueno, Alberto Calejero, Gregorio Gascón, Marianillo, Fidel Asensio, Bernardo Anadón o Santiago Anadón, entre otros. Las últimas carreras de pollos celebradas en Abanto tuvieron lugar en la década de los noventa cuando se celebraban en la carretera.

  

   Más información sobre las carreras de pollos y con referencias Abanto y Pardos:

- El pedestrismo en Aragón, de Celedonio García y José Antonio Adell, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1987. 

- Música de las corridas de pollos en Aragón, CD musicado por Pepín Banzo y documentado por Celedonio García y José Antonio Adell, Zaragoza, Producciones Sin Compasiones, 2006.

Bandidos del siglo XIX por el Alto Aragón

Bandidos del siglo XIX por el Alto Aragón

Diario del Altoaragón, 10 de Agosto de 2005

 Mariano Gabín "Cucaracha" nació en Alcubierre

 

La situación política, económica y social de la España del siglo XIX fue determinante para que algunas personas desencantadas se echaran al monte. Muchos de estos personajes son los denominados “bandoleros románticos”.

Por el Alto Aragón se repitió el mismo fenómeno extendido por España. Surgieron bandoleros como “Cucaracha”, “Chichón”, “Tasán”, “Bondades” y otros muchos. Eran admirados y temidos por el pueblo. Sus aventuras circularon de boca en boca hasta convertirse en personajes de leyenda.

Popularmente se decía que “robaban a los ricos para dar a los pobres”, y, realmente, en muchos casos era así, puesto que a los pobres poco podían robarles.

Por José Antonio ADELL y Celedonio GARCÍA, MAESTROS Y ESCRITORES